Ya, ni modo

Grafiti en Cuba

Grafiti en Cuba

«Hace tiempo que decidí no guardarme las cosas. La libertad también es ser dueña de tus palabras y servirlas cuando quieras: en frío o en caliente. 

Me quedé con una sensación muy rara desde el otro día.  Y no paro de repetirme «no era eso, no. No contigo, contigo, no». Un desquite puede llegar a ser esa noche de prisas (en la mayoría de las ocasiones lo es). Pero contigo no debió serlo. Qué puedo decir: me pudieron las ganas, la carestía, el tequila, ese momento tantas veces descartado. Me vine arriba, como la secretaria de Correa. Me faltó más tiempo, más piel y más nosotros. La cagué. Ya ni modo. 

Pero (sin significar más que lo que aporta la literalidad, sin buscar entrelíneas ni aristas) quería que supieras que no era eso, no. No contigo, contigo, no. Un desquite contigo debió ser otra cosa que no me hiciera tener esta sensación. 

Pero ya, ni modo «

Había perdido la cuenta de las re-lecturas de esas 150 palabras. Le pegó una calada lenta al cigarro y levantó la mirada del celular. No enfocaba a ningún sitio, se debatía entre la libertad como ella la entendía, la de ser franca e ir de frente, y los convencionalismos que obligan a tanta voz tragada. Expulsó el humo, jugueteó con los dedos alrededor de ese «enviar» con el vértigo, minúsculo pero vértigo, de que pudiera terminar escapándose por azar. Al final, la libertad también es no decir nada para ser más libre aún. Se guardó el celular. Y arrinconó con ello el mensaje que inauguraba la sección «borradores que probablemente nunca verían la luz».